Por Mariano Malkind

“Estoy en contra de la idea de que las personas pueden nacer para gobernar. De que las personas, debido a la familia en la que nacen, puedan ser jefe de estado de nuestro país. Es algo vergonzoso”, había declarado Mary Elizabeth Truss en 1994. A tan solo una semana de asumir como primera ministra, Truss ya le juró lealtad y le besó la mano a dos monarcas, Isabel II, que falleció dos días luego de su asunción, y Carlos III. “Al igual que al rey Carlos III, se la critica porque le falta carisma. Creo que es una buena funcionaria y mala como líder, demasiado fría y pragmática. La nueva primera ministra y el nuevo rey son lo contrario a Isabel II y a Boris Johnson en cuanto a lo que transmite su figura”, señala Tomás Listrani, analista internacional.

La vida política de la nueva primera ministra ha estado siempre ligada a polémicas contradicciones, incluso desde su niñez. La actual líder del partido conservador nació hace 47 años en Oxford, Inglaterra, en el seno de una familia de izquierda. Según sus propias declaraciones, Truss acompañaba de chica a sus padres a manifestaciones en contra de las guerras que emprendía el gobierno británico. Fue presidenta de los Demócratas Liberales de la Universidad de Oxford y del comité ejecutivo nacional juvenil y estudiantil, donde apoyó la legalización del cannabis y la abolición de la familia real. Sin embargo, en 1996, con apenas 21 años y dos años antes de haber pronunciado un tajante discurso en contra de la monarquía, se unió al Partido Conservador, lo que significó un golpe bajo en la relación con sus padres.

En particular, lo que más se le reclama es que apoyó con entusiasmo permanecer en la Unión Europea en 2016. En el diario The Sun escribió que el Brexit sería “una triple tragedia: más normas, más formularios y más retrasos para vender en la UE”, pero hoy se convirtió en la cara visible de la salida y las negociaciones comerciales entre ambas partes. Se hizo experta en los circuitos diplomáticos que derivaron en los acuerdos de salida y amenazó con eliminar toda legislación vigente de la Unión Europea en el Reino Unido.

En este momento, Truss profesa una ideología liberal que busca un retorno al libre mercado y una minúscula intervención estatal en la economía. Algunas de estás posiciones políticas lograron despertar el instinto de algunos fanáticos, que la apodaron como la “nueva Dama de Hierro”, en alusión a la ex primera ministra Margaret Thatcher. Y es que su similitud con Thatcher, a quien también criticó durante toda su militancia juvenil, no es sólo ideológica. Truss hace múltiples referencias a la figura de Thatcher. Imita sus vestimentas, sus discursos, y por más que diga que la comparación le incomoda, a veces parece ser su fan número uno.

Sus primeras decisiones políticas comenzaron de manera contradictoria, ya que le pide a la gente que ahorre en energía por la crisis, pero a la vez va a realizar un gasto despampanante en el funeral de la reina y la asunción de Carlos III, explicó Listrani. Como nueva primera ministra, Truss se enfrenta a una serie de retos complicados: una inflación galopante, unos costes energéticos desorbitados, el deterioro de los servicios públicos, las continuas huelgas y un gobierno independentista en Escocia. Pero por sobre todas las cosas, deberá lidiar con su pasado contradictorio y con la sombra de Margaret Thatcher, que parece ser que en su conciencia la persigue de cerca.

Edición: Emiliano Attadía y Matías Arcapalo