Por Paola Varela y María José Escalante

El estancamiento de la producción nacional, las ayudas del gobierno nacional durante la pandemia de Covid-19, la guerra entre Ucrania y Rusia, y la deuda millonaria tomada por el ex presidente Mauricio Macri -que obligó a la actual gestión a renegociar los términos de devolución- terminaron por hackear la economía argentina y profundizar la crisis.

Como salida a esta situación apremiante, el hoy ministro de Hacienda, Sergio Massa, presentó el 22 de agosto un plan para reducir los gastos del Estado con el que espera ahorrar alrededor de 128 mil millones de pesos. Esta medida afecta a sectores como Educación, Producción y Obras públicas, entre otros.

Con esta solución -que no dista de aquellas tomadas en crisis anteriores- se reanima la idea de que, en tiempos de vacas flacas, el esfuerzo es siempre soportado por el pueblo. Además, despierta el debate sobre la existencia -o no- de otros actores que podrían cargar el peso de los gravámenes.

La pandemia también operó como acelerador del crecimiento del mercado tecnológico: la necesidad de conectarse y la cantidad de horas de ocio hicieron que las grandes plataformas virtuales asumieran un rol vital e incrementaran sus ingresos, en algunos casos de manera desmedida.

Teniendo en cuenta esta circunstancia, cabe preguntarse qué pasaría si la carga tributaria cayera sobre estos monstruos digitales. Si se lograra equilibrar los recortes del presupuesto con la regulación de estas empresas, tal vez se podría dar alivio a la situación económica actual sin afectar necesidades básicas.

Un ejemplo cabal de la regulación del mercado digital se da en algunos países europeos en los que la recaudación impositiva implica una porción importante de los gastos estatales. Si bien al principio no se obtuvieron los resultados esperados, aún se sigue apostando a la aplicación de estas contribuciones.

UN CAMINO POSIBLE

En España se aplica la Tasa Google, que retiene el tres por ciento de los ingresos que se obtienen de la venta de publicidad,  intermediación en línea y el servicio de transmisión de datos. De esta manera, el Estado español recaudó 240 millones de euros durante el segundo semestre de 2021.

Otro caso es Francia, que en julio de 2019 implementó esa tasa a compañías con ingresos anuales dentro del país mayores a 25 millones de euros y superiores a los 750 millones a nivel mundial. Quedándose con el tres por ciento de su facturación, la recaudación ascendió hasta los 350 millones de euros.

A partir de abril de 2020, Gran Bretaña se subió a esta ola y empezó a implementar la Tasa Google. De esa manera, cualquier empresa que tenga ingresos globales por encima de los 500 millones de libras tendrá que cumplir con el pago de un dos por ciento de su facturación.

LA SITUACIÓN ARGENTINA

En la Argentina, este tipo de compañías operan y generan libremente enormes ganancias porque no existen impuestos de este tipo. Además, debido a que varios de estos monstruos digitales no tienen oficinas locales, tampoco tributan otros gravámenes comunes a las empresas. Incluso muchas veces son los usuarios quienes realizan los aportes mediante contribuciones por los consumos que efectúan en estas plataformas. Un ejemplo de afectación al ciudadano es el llamado Impuesto País – Decreto 184/2020, que impone un pago extra por las compras en dólares de servicios digitales.

La aplicación en Argentina de una medida similar a la Tasa Google podría contribuir a paliar la situación de crisis. Incluso se podría establecer un fin determinado para lo recaudado, como impulsar el programa Conectar Igualdad en lugar de recortarlo, tal como ocurre en la actualidad.