Por Kiara Góngora, Jésica Berges y Franco Rey

“Los residentes tienen un contrato en relación de dependencia con el hospital y realizan entre 80 y 100 horas semanales, 400 horas mensuales de trabajo en estado de precarización”, explica Rodrigo Fernández, jefe de residentes de Medicina General y Familiar del Hospital Álvarez, sobre la situación de los profesionales en formación, que están en paro por tiempo indefinido y organizados en diferentes agrupaciones. La marea blanca -como ellos se definen- colmó las calles de la ciudad de Buenos Aires para pedir recomposición salarial, obra social, ART y sueldo para concurrentes, y un pedido más general: no al ajuste en salud.

El ex ministro de Salud de CABA, Donato Spaccavento, se refirió a la situación que atraviesan los residentes: “Es una problemática que se viene arrastrando con todos los gobiernos que han ido pasando, los aumentos que se le otorgaron al sector no son remunerativos y el salario va quedando desfasado en comparación con la inflación y esas sumas no impactan en el aguinaldo, ni en las vacaciones ni en la jubilación”

Son nueve semanas de reclamo las que llevan médicos residentes que cobran en promedio entre 280 y 300 pesos la hora de trabajo y sostienen servicios hospitalarios enteros; y concurrentes, que por más que cumplan con los mismos servicios y tengan la carga de efectuar la atención completa de un hospital durante los cinco años de su formación, no cobran un centavo y no tienen ART ni obra social ante eventuales problemas laborales.

En cuanto al reclamo salarial de los profesionales de la salud, Fernández cuenta que la lucha del sector sanitario no es solo por la recomposición salarial, sino que abarca otros aspectos fundamentales para poder brindar un buen servicio a la comunidad. Los concurrentes, además de no percibir una remuneración económica, carecen de insumos elementales y básicos para atender una emergencia, sumado a que los instrumentadores quirúrgicos y técnicos radiólogos no están incorporados a la carrera profesional ya que pertenecen al sindicato de no médicos.

Por su parte, Spaccavento, ex director del Hospital Argerich y ex médico personal de Néstor Kirchner, sostiene que la incorporación del libre mercado como uno de los ejes centrales en el área sanitaria generó un impacto desfavorable en la gestión de Fernán Quirós al frente del Ministerio de Salud porteño: “No tiene un proyecto de salud, ya que él asesora técnicamente sobre la decisión política que toma Larreta según su conveniencia”, dijo, y agregó: “La gestión de Quirós me parece pobre en los tres niveles de recursos: humanos, tecnológicos y físicos, y eso se traduce en sueldos que están muy atrasados.

Además, Spaccavento, conductor del programa Chequeo General en AM 530, habló sobre el atraso tecnológico en los hospitales de la ciudad: “No hay equipamiento acorde a la complicidad de la medicina de hoy en día. Los centros de salud siguen siendo un lugar de castigo y no tienen una política de prevención de enfermedades y protección de la salud”. La falta de insumos debido al vaciamiento de hospitales y centros de salud en la ciudad de Buenos Aires es un denominador común que aparece dentro de los reclamos principales. “Los médicos tienen que hacer un recurso de amparo al hospital en la que un juez determine que el gobierno de la ciudad debe dar insumos en 24 horas”, explicó Spaccavento, que describió “el abandono” como una “una constante de este gobierno”.

En el caso de los enfermeros afiliados al Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba), por tratarse de personal no médico, perciben un salario inferior en un 40 por ciento al de cualquier licenciado con alguna especialidad. El número de profesionales en enfermería es amplio y se incrementa cada año, lo que resulta conveniente y funcional al sindicato ya que “Suteba negocia con Larreta”, asegura Spaccavento: “Ellos no le hacen ningún escándalo al gobierno de la ciudad, y este último permite que no se profesionalice, lo que genera que haya una deserción hacia el sector privado, que hace un tiempo también está en crisis”.

La pelea por la salud pública trasciende las fronteras de la ciudad. Se extiende por todo el país y atraviesa las diferentes disciplinas de la profesión.

Residentes y concurrentes de hospitales movilizados en la esquina de Corrientes y Callao.

LAS REPERCUSIONES DE LA MAREA BLANCA

Las marchas que realizaron los residentes y concurrentes comenzaron a hacerse visibles en las calles y los medios de comunicación se interesaron de inmediato por su impacto en el tránsito porteño. Por esta razón, el reclamo pudo tener otro punto de vista más allá del que se publicaba en las cuentas oficiales de Instagram de las asambleas locales y la conciencia sobre la crisis en el sector sanitario aumentó.

Del interés periodístico que surgió de las movilizaciones y expresiones que se extendieron por casi dos meses, se desplegó el abanico de la emergencia en la salud para el resto de profesionales, como los trabajadores de planta, personal médico y no médico, enfermeros y toda comunidad que esté relacionada directa o indirectamente con los hospitales.

A la causa y sus movilizaciones adhirieron distintos sindicatos, como la Federación de Profesionales, Asociación Trabajadores del Estado (ATE), el Sindicato Único de Trabajadores y Empleados de CABA (Sutecba) y la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN); de parte de los médicos y profesionales de la salud de la provincia de Buenos Aires se sumaron 150 residencias de 50 hospitales; y a su vez hubo presencia política de partidos relacionados a la izquierda, como los diputados del PTS Myriam Bregman y Patricio del Corro.

En tanto, en una de sus pocas declaraciones públicas al respecto, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, reconoció en diálogo con Radio Mitre que “existe una situación, pero no hay una crisis” y que “hay un problema salarial producto de la inflación”.