Por Maitena Luquet y Camila De León Belloc
En 2022, 129 personas trans y homosexuales fueron asesinadas en la Argentina por su orientación sexual, su expresión y su identidad de género, según un informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+. A pesar de que hoy las palabras “transexual”, “transgénero”, “bisexual”, “lesbiana” o “gay” se escuchan en los medios, debates y conversaciones, sus significados aún siguen siendo novedosos para muchos. Estas simples palabras esconden mucho detrás. Representan el sacrificio y la lucha de un colectivo que, por fin, puede sacar a la luz una realidad oculta que existe hace años.
LOS COMIENZOS
La de 1960 fue una década atravesada por el auge del movimiento LGBT+ y de liberación sexual. Los avances médicos, científicos y tecnológicos influenciaron las conductas sexuales de las personas. Avances que iban desde pastillas anticonceptivas femeninas hasta una posible intervención hormonal y quirúrgica para cambiar de sexo biológico. Aquí nace la concepción de la persona transgénero o transexual, diferenciada del travestismo o transformismo por generar un cambio anatómico irreversible. Jacqueline Charlotte Dufresnoy fue una de las pioneras de esta intervención, que revolucionó la comunidad LGBT+ argentina con su llegada desde Francia en 1962.
La violencia, discriminación y marginalización de esta comunidad eran moneda corriente en el país. Esto se intensificaba en el ámbito laboral, pues solo las privilegiadas tenían trabajo, casi siempre en el área de espectáculos, mientras que los sectores más vulnerables tenían como única opción prostituirse para subsistir. La lucha travesti-trans en la Argentina comenzó en estas condiciones. El reclamo principal era la necesidad de visibilidad y derechos. “Nuestro mundo” fue la primera organización LGBT+ del país, creada en 1967 por Héctor Anabitarte y Luis Troitiño.
La llegada de la dictadura militar fue una época oscura y dolorosa. Las travestis y transexuales también sufrieron una intensa represión, fueron estigmatizadas y perseguidas, torturadas, desaparecidas y asesinadas. En ese contexto surgió, en el barrio de Once, el Frente de Liberación Homosexual, en 1971.
Carolina Boetti es la cara visible del infierno que vivió el colectivo en esa época. Fue la primera mujer trans en recibir el reconocimiento histórico de reparo por culpa de la dictadura por parte de la Gobernación de Santa Fe en 2018. “Estábamos detenidas todo el tiempo, salías a la mañana y a la noche te volvían a agarrar. A veces nos teníamos que acostar con los policías o los detenidos. Estos últimos les pagaban a los oficiales para entrar y hacernos cosas sexuales”, recordó Boetti en una entrevista con AJ+. Los encierros duraban, con suerte, treinta días, pero podían extenderse a sesenta o 120, a gusto del policía.
EL REGRESO DE LA DEMOCRACIA
La tan anhelada democracia y un halo de lucha parecían revestir a la sociedad de 1983. En la comunidad LGBT+ surgieron diversas organizaciones y movimientos, como la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT) y el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (MILH).
Los crímenes que cometieron los militares fueron denunciados por la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (Conadep), creada por el ex presidente Raúl Alfonsín con ese fin. El informe final de este ente, el “Nunca Más”, excluyó los casos de homosexuales, travestis y transexuales desaparecidos. Según el rabino Marshall Meyer, miembro de la Conadep, hubo al menos cuatrocientas víctimas de la comunidad LGBTQI+ que fueron ignoradas.
A principios de los 90, el trasvestimo y la transexualidad todavía eran penalizados y expuestos de manera sistemática a la violencia institucional. Por esa razón, surgió en 1993 la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA), que también participó de la creación de “Mariposas de la Noche”, un programa de salud destinado a brindar atención médica integral y prevenir el VIH en la población trans. En 1994, se creó la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), que busca la despenalización de la prostitución, única opción de subsistir para muchas travestis-trans, mediante la protección de los derechos laborales de las trabajadoras sexuales.
EL NUEVO MILENIO
En los 2000, el colectivo tuvo grandes logros a causa de los avances en materia legal e internacional que lo reconocieron y le dieron marco jurídico. A partir de 2009 se comenzó a conmemorar el Día Internacional de la Visibilidad travesti-trans cada 31 de marzo, para generar conciencia sobre lo que sufre esta comunidad.
En 2010 se creó la Subsecretaría de Identidad de Género y Diversidad Sexual, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con el objetivo de promover políticas públicas destinadas a la protección de los derechos trans. Lohana Berkins, Diana Sacayán y Claudia Baudracco fueron referentes de la época y participaron de la creación del Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género, que reclamaba la sanción de esa normativa.
LA LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO
2012 fue un año clave. En primer lugar, en mayo, finalmente se sancionó la Ley de Identidad de Género y Atención Sanitaria Integral Trans, que convirtió a la Argentina en un país pionero en la materia. La norma, que se aprobó con 55 votos a favor y una abstención en el Senado, desde entonces permite a los mayores de 18 años cambiar su identidad de género en documentos legales, sin necesidad de requerir cirugías o diagnósticos médicos previos. Además, garantiza el acceso a tratamientos de salud integral.
ATTTA fue la autora de la ley y se comprometió a lograr su cumplimiento efectivo por parte del Poder Ejecutivo. Diez años después de su sanción, en 2022, se pudo confirmar que la norma era necesaria. Un informe realizado por el Renaper indicó que 12.655 personas cambiaron su género en la última década. El 61,98 por ciento optó por la categoría mujer, el 35,15 por ciento eligió la opción varón y, desde la sanción del decreto N°476/21, que permitió el género no binario, el 2,87 por ciento se inclinó a esa opción.
En junio de 2012 se realizó la Primera Encuesta Nacional sobre la Población Trans en La Matanza, con el objetivo de conocer sobre su calidad de vida y las experiencias de discriminación sufridas. La iniciativa fue del Indec, Inadi y otras organizaciones que trabajan en torno de la diversidad sexual. En 2013, Luana, una nena trans de seis años, fue la primera en recibir su DNI con identidad autopercibida luego de un simple trámite.
LEY DE CUPO LABORAL
El asesinato de Diana Sacayán, en octubre de 2015, fue un antes y un después en la lucha contra el odio y dejó en evidencia la necesidad de políticas de inclusión y protección. Sacayán fue una de las principales promotoras de la Ley de Cupo Laboral Travesti-Trans en la provincia de Buenos Aires, que lleva su nombre. Ella no pudo ver su aprobación porque murió meses antes.
La ley establece un cupo mínimo del uno por ciento en puestos laborales estatales. Sin embargo, a pesar de ser aprobada en 2015, recién se reglamentó en diciembre de 2019 y se expandió a nivel nacional en 2021. La norma lleva el nombre de Sacayán sumado al de la activista Lohana Berkins, en reconocimiento a la importancia que ambas tuvieron en la lucha por su sanción. Un año después, las provincias todavía no se hacían cargo del reclamo, por lo que la inserción laboral seguía dependiendo solamente de la empleabilidad de Nación.
En julio de 2021, la Argentina se convirtió en el primer país de la región en reconocer más identidades en los sistemas de registro e identificación, además de las categorías binarias de género ya existentes: varón o mujer. Así fue como en el Censo 2022 se incluyeron por primera vez más de dos géneros. Las personas podían elegir entre femenino, masculino y otros.
Si bien durante estas últimas décadas se sancionaron varias leyes con el propósito de garantizar derechos al colectivo trans, la mayoría de ellas terminaron siendo promesas vacías. “La Argentina tiene fama de tener un excelente marco legal, pero no lo cumple”, sentenció en una entrevista con Tiempo Argentino Marcela Tobaldi, una de las primeras personas que realizó el cambio de identidad, en 2012, y militante de la organización travesti-trans La Rosa Naranja.
En la actualidad, los principales reclamos de la comunidad son la implementación de la Ley de Cupo Laboral y respuestas ante el caso de Tehuel de la Torre, un varón trans que desapareció el 11 de marzo de 2021.
Ya murió otra persona en lo que va de 2023 por culpa del odio, según un informe difundido por la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMalá). A pesar de la incansable lucha y batallas ganadas a lo largo de los años, son muchos los desafíos en términos de discriminación, violencia y acceso a derechos. La historia e identidad del colectivo travesti-trans en la Argentina continúa en desarrollo, con grandes deudas sociales en nombre de sus protagonistas. La pelea por la igualdad y justicia de esta comunidad es un proceso que requiere del apoyo y participación de toda la sociedad. “Estoy convencida de que el motor de cambio es el amor”, concluyó, luego de tanta lucha, Lohana Berkins.
DIANA SACAYÁN Y LA LUCHA DE TODA UNA VIDA
Diana Sacayán fue una reconocida líder del colectivo trans que militó durante más de dos décadas y participó de la sanción de la Ley Nacional de Identidad de Género en 2012. Además, fue una de las primeras en obtener su DNI rectificado y, en 2015, luchó por la sanción de la Ley de Cupo Laboral Travesti-Trans bonaerense, que lleva su nombre.
Nacida en Tucumán y criada en La Matanza, creció en el seno de una familia muy pobre, con una madre trabajadora y un padre alcohólico que nunca cumplió su rol. La prostitución fue su primer trabajo, recomendado por otras travestis como “lo normal”. Sacayán fue asesinada en 2015, meses antes de que la ley con su nombre fuera aprobada.
Uno de los condenados por su asesinato fue Gabriel David Marino. La autopsia estableció un total de 27 lesiones en su cuerpo, con las hemorragias internas y externas como causas principales de su muerte. Durante el ataque fue golpeada, atada de manos y pies, amordazada y apuñalada con un arma blanca.
El fallo del caso fue el primero en el país en incluir el agravante de odio por género, orientación sexual, identidad de género o su expresión, siendo un hito en materia legal. Su nombre es sinónimo de la lucha del colectivo travesti-trans, de la violencia y discriminación que ha padecido a lo largo de los años.
LOHANA BERKINS, UNA MARIPOSA EN UN MUNDO DE GUSANOS
“Hay que tener coraje para ser mariposa en un mundo de gusanos capitalistas“. Así era Lohana Berkins, una activista trans argentina y pionera de la lucha por la identidad de género en el país. Nacida en Salta el 15 de junio de 1965, se mudó a Buenos Aires con solo 13 años, en plena dictadura militar. Al no tener ni hogar ni trabajo, se vio obligada a prostituirse para poder sobrevivir. Durante esos años, sufrió la violencia policial que criminalizaba la identidad travesti.
Fue cofundadora de la Asociación Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) y de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Trans (ALITT). También formó parte de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA). Reconocida como la “Traviarca”, fue la primera travesti en ser empleada estatal, con el cargo de asesora legislativa de la ciudad de Buenos Aires. Fue la primera en postularse como candidata a diputada en 2001, desafiando todo lo establecido hasta el momento.
Creó la primera escuela y cooperativa de trabajo para personas travesti-trans de Latinoamérica e impulsó la Ley de Identidad adoptada por Travestis y Trans en Buenos Aires, aprobada en 2009. Luego de la muerte de su amiga Diana Sacayán, luchó por la instalación de la categoría de “travesticidio” como crimen de odio hacia la identidad de género travesti-trans. Fue una de sus últimas batallas antes de morir por hepatitis C en 2016. “El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo. Todos los golpes y el desprecio que sufrí no se comparan con el amor infinito que me rodea en estos momentos. Furia Travesti Siempre”.