Por F. Zubeldía, D. Rossi, M. Ossorio y J. Nozdrin

El 22 de abril de 1985 no fue un día cualquiera, marcó un antes y un después en la historia Argentina y mundial. El Juicio a las Juntas movilizó a la sociedad toda, pero especialmente a las organizaciones de derechos humanos, que venían reclamando desde hacía años por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

A 30 años del histórico acontecimiento, diversos referentes de esas organizaciones dialogaron con Diario Publicable sobre lo que significó el proceso de enjuiciamiento.

En primera persona

El comienzo del juicio fue raro porque nosotros no creímos que iba a llegar ese momento; era una sensación muy extraña. Los fiscales fueron respetuosos con las víctimas, pero siempre los genocidas mantuvieron cierto nivel de privilegio, expresó Nora Cortiñas, presidenta de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Destacó además la decisión del entonces presidente Raúl Alfonsín de impulsar la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) por entender que, de esa manera, demostró su intención y su voluntad política de “hacer justicia”. La referente de Madres Línea Fundadora incluso renovó su agradecimiento hacia todos los que participaron en aquel momento de ese histórico proceso y, también, a los que todavía hoy actúan para que se siga haciendo justicia en miles de casos que aún esperan respuesta.

“Con el gobierno de Néstor Kirchner logramos cosas que habíamos pensado que ya no iban a ser posibles. Sacar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final fue muy importante para nosotras y un avance muy fundamental también para la evolución de los derechos humanos en nuestro país. Fue muy valiente y muy especial para las víctimas”, destacó Cortiñas.

Un “procedimiento justo”

Alan Iud, coordinador del equipo de abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, definió el Juicio a las Juntas Militares como un proceso justo. “El Tribunal condujo las audiencias y permitió, tanto a los defensores como a los fiscales, desarrollar sus preguntas con amplitud. Lo que surge de las audiencias y de los distintos registros históricos y demás es que fue un procedimiento justo y se desarrolló con normalidad”, valoró el letrado.

Alan Iud, coordinador del equipo de abogados de Abuelas de Plaza de Mayo (Foto: Télam)

Sin embargo, Iud reveló que ese momento fue transitado con sentimientos contradictorios por parte de las diferentes organizaciones de derechos humanos. “Por un lado, se estaba consiguiendo la condena de (Jorge Rafael) Videla, (Emilio Eduardo) Massera y demás, pero sin embargo algunas penas fueron muy bajas y también hubo absoluciones. Además, en ese momento se los eximió de responsabilidad en la expropiación de niños”, subrayó. En este sentido, el abogado indicó que, si bien el Juicio a las Juntas fue vivido como un paso adelante, también estaba presente la certeza de que había aspectos que no eran satisfactorios.

Ni “guerra sucia”, ni guerra limpia: terrorismo de Estado

Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, fue una de las principales oradoras en un homenaje al Juicio a las Juntas organizado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires en ocasión del 30 aniversario de ese proceso. El evento tuvo lugar en mayo pasado, en el marco de la 41ª edición de la Feria del Libro que se desarrolló en el predio de La Rural.

Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo (Foto: Diario Registrado)

“Hay que recordar que en ese juicio entrar a la sala de Tribunales ya impactaba, porque era entrar a la sala donde estaban sentados los acusados, orgullosos de sus crímenes. Los que fuimos a declarar lo hicimos con miedo, con restricciones, con una clausura del relato completo porque sabíamos que iban a decir de nuestros hijos lo que no correspondía, porque hablaron de dos demonios cuando sólo hubo uno: el terrorismo de Estado. Hablaban de guerra y acá no hubo una guerra, ni sucia ni limpia: hubo un terrorismo de Estado, enfatizó Carlotto.

En ese marco, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo contó que, cuando se iniciaron las primeras gestiones para formar la CONADEP, fueron convocados “los que tenían algo para contar”, es decir los familiares de las víctimas y las víctimas que habían sido liberadas de las cárceles o de los distintos centros clandestinos de detención: “Los asesinos nunca declararon, ni confesaron para poder reconstruir esta historia lo antes posible. Por eso, falta mucho todavía”, manifestó.

De hecho, Carlotto afirmó que la lucha de la que son parte las Madres, las Abuelas y los familiares sigue en pie: “Los organismos no pensamos solamente en los derechos que nos vulneraron, sino también en todo aquel al que le falta vivir con dignidad. Este Juicio que se hizo (por el Juicio a las Juntas) fue un ejemplo, aunque hubo claudicaciones que nos costaron 20 años de convivencia con los asesinos de nuestros familiares y los ladrones de nuestros nietos, planteó.

En este sentido, relató como un logro que, después, hayan llegado “los tiempos de la reparación”, cuando comenzaron a llevarse adelante “los juicios orales y públicos que hoy tienen lugar en todo el país, en los que se está condenando a los más responsables para seguir hacia abajo y por los que también se está haciendo justicia con los civiles cómplices”.