C. Salvadó y L.Trotta

Ama de casa, profesora de costura y mujer de familia. Esa era la vida de Nora Morales de Cortiñas hasta el 15 de abril de 1977 cuando el mayor de sus hijos, Gustavo, fue secuestrado camino al trabajo. Desde ese momento, se convirtió en una ferviente luchadora por los derechos humanos a través de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Más tarde, asumió la presidencia de Línea Fundadora una vez que la organización se escindió.

“Ningún hijo empezó su militancia avisándoles a los padres”, cuenta sobre su hijo Gustavo. Él siempre tuvo vocación de ayudar, incluso antes del gobierno militar. Amaba a su pueblo y luchaba por la justicia social. Nunca se metió en cuestiones de política ni de guerrillas, él iba a la villa a dar una mano, no era una amenaza. Pero igual lo desaparecieron”, agrega.

“Desde los primeros días de mayo del 77 que estoy en la Plaza”, rememora la actual presidenta de Línea Fundadora y remarca: “Nunca más hubo ningún detalle sobre el paradero de Gustavo. No sé nada absolutamente desde ese momento, yo querría, pero no hay ningún compañero que sepa algo”, dice.

A cuatro décadas de la desaparición de su hijo, Nora se recibió de psicóloga social y sigue promoviendo la lucha de los derechos humanos al punto de convertirse en un ejemplo para la juventud. Por su trayectoria, en 2011 la Federación Universitaria de Buenos Ares (FUBA) le otorgó la distinción Deodoro Roca.

Especialmente durante el gobierno de facto, defendió los derechos de las personas a pesar de sus temores. “Siempre estaba el miedo de que pasara algo. Teníamos miedo de que se llevaran a nuestros otros hijos”, confiesa. “El terrorismo de estado existe para aterrorizar a la población. Después de tantos años, la gente todavía sigue teniendo miedo”.

A pesar de la controversia que se ha generado alrededor de los movimientos como Madres de Plaza de Mayo, se esfuerza por mantener el eje de su lucha fuera de la política. “Todos los gobiernos han tenido cosas que son criticables, es importante dejar de lado las afinidades políticas para defender la causa. No hay que un hacer partidismo que nos enceguezca, porque el partido político cambia, se acomoda. Hay que pensar, no se puede seguir ciegamente”, aclara.

“Dicen que los jóvenes son el futuro, pero no es así; los jóvenes son el presente y tienen que resguardar aquello por lo que hemos luchado”, finaliza, con una mirada esperanzada sobre el futuro de los movimientos humanísticos.