Por Francisco Kovacic González

Estoy acá porque entiendo que es necesario defenderla a ella, pero también porque hay que defender la democracia de nuestro país”, dijo una mujer de 52 años que se acercó de forma voluntaria junto a su pareja a la movilización realizada el viernes a Plaza de Mayo tras el intento de atentado que sufrió la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández, el jueves por la noche.

Apenas después de la cadena nacional que el presidente Alberto Fernández transmitió cerca de la medianoche del jueves, la reacción de un amplio número de sindicatos, organizaciones políticas y movimientos sociales fue salir a la calle. El punto de encuentro fue la mítica Plaza de Mayo, insignia de un sinfín de capítulos y procesos históricos de la Argetina. Las redes sociales estallaron de flyers de las páginas oficiales de “las orgas”.

Siendo feriado nacional, resultó destacable la cantidad de personas que se acercaron al microcentro para la manifestación. Los trenes y colectivos circularon rebosantes. Algunos, visibles militantes orgánicos, vistiendo remeras de sus respectivos espacios. Otros, inorgánicos, con banderas argentinas y algún cartel con frases a favor de la democracia. También con imágenes y fotos de la vicepresidenta.

A lo largo de la mañana, en distintas esquinas de la Avenida 9 de Julio se concentraron las organizaciones autoconvocadas a movilizar. La mayoría se acomodó en las inmediaciones del Ministerio de Desarrollo Social, edificio polémico en estos días luego del proyecto para demolerlo presentado por el legislador Roberto García Moritán, bajo el argumento de “evitar que haya más movilizaciones que incomoden al tránsito”.

A medida que pasaban los minutos, los distintos espacios políticos empezaron a alinearse sobre la 9 de Julio, en dirección a la Avenida de Mayo, para iniciar la lenta peregrinación. El clima frío y el viento dificultaban que los militantes orgánicos que encabezaban sus columnas levantaran las inmensas banderas con los nombres de sus organizaciones. “Ningún viento es excusa. Hay que estar acá y levantar los trapos. Por ella, hasta la vida. Como ella siempre dio y da por nosotros”, dijo uno de los militantes que portaba la bandera de la Organización Nacional Peronismo Militante.

Las columnas avanzaron lentas por la 9 de Julio hasta la Avenida de Mayo, donde empezaron a caminar sin escalas hasta la Plaza de Mayo. Vecinos de la zona sumaron su apoyo a la vice y a la democracia colgando banderas argentinas en sus balcones. Algunas sumaban frases especiales. “Hasta que todo sea como lo soñamos” fue una de los lemas más destacados y fotografiados por los militantes.

Cada organización, con su respectiva batucada, fue proponiendo cánticos para impulsar la marcha. El más cantado fue, sin dudas, “Si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar”. Pero hubo un momento en el que los cánticos frenaron. Fue cuando se escuchó un grito unánime de “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, mientras se abría paso la camioneta de las Madres de Plaza de Mayo. En el asiento del acompañante, una Hebe de Bonafini emocionada pegaba su mano al vidrio para saludar a la militancia igualmente emocionada con su presencia.

Dada la enorme cantidad de personas movilizadas, no hubo lugar para que todas las organizaciones pudieran llegar a la Plaza al momento del acto que tuvo como protagonistas, en el escenario montado frente a la Casa Rosada, a referentes sindicales, organismos de derechos humanos y funcionarios del Gobierno. Pero podía verse como, en pequeñas células, se organizaron grupos para escuchar desde sus teléfonos celulares la lectura del documento por parte de la presidenta de la Asociación Argentina de Actores, Alejandra Darín.

De igual manera, a medida que pudieron, las columnas siguieron avanzando hasta la Plaza, donde a las 18.30 comenzó la desconcentración.