Por Belén Marchese

La “impro”, técnica que desarrolla la improvisación teatral en todo su esplendor, sigue viva y vigente en las carteleras de teatro nacionales. Desde formatos experimentales hasta obras consolidadas con varios años de trayectoria, desde unipersonales hasta funciones de competencias por equipos, la magia del salto al vacío no se apaga ni en tiempos de crisis. La oferta teatral porteña se destaca por su variedad y diversidad, mientras que los kamikazes de lo impredecible siguen apostando al entretenimiento que se articula en tiempo real.

“La impro, por suerte y lamentablemente, nunca ha estado de moda, si consideramos como moda a una circunstancia popular y globalizada. Sí hay momentos de altibajos en su popularidad”, señala Omar Argentino Galván. “Es efímera en sí misma pero no en lo que produce en la gente.” Docente, director, actor e investigador, Galván escribió “Del salto al vuelo”, el primer manual de impro en español, entre otros textos. Con sus espectáculos recorrió más de veinte países en los cinco continentes.

“La histórica falta de interés y de apoyo oficial respecto de las manifestaciones artísticas independientes hace que el músculo escénico de la gente que quiere hacer teatro en Argentina se desarrolle mucho más, y seamos una suerte de supervivientes. Esa hostilidad ha servido por un lado para filtrar y por el otro para fortalecer a quienes se dedican a esto con pasión”, agrega Galván, y explica que cuando un argentino viaja al exterior, no está esperando el hábitat más propicio para desarrollar su arte, sino que está muy acostumbrado a ir a contracorriente.

Una técnica para la vida

Atreverse al vacío es heroico cuando el público observa con detalle tus movimientos a la espera de un resultado satisfactorio, pero el desafío interpela sobremanera a aquellos que disfrutan del riesgo. Me genera un sentimiento de libertad y soltura. En mi vida cotidiana soy una persona bastante estructurada, que necesita la rutina, y a la hora de improvisar siento que no tengo el control de nada, sino que es un gran caos organizado del cual formo parte y contribuyo”, dice Federico Castellacci, un improvisador argentino experimentado que hoy trabaja como docente y actor en Chile.

“Los alumnos descubren que esta técnica los ayuda en términos personales, ya sea laborales, sociales o psicológicos, porque modifica en ellos la forma de encarar ciertas situaciones”, señala Castellacci. Eso explica la proliferación de escuelas y talleres en donde se entrena a los alumnos para que entiendan el espacio escénico como una hoja en blanco digna de ser dibujada con acciones concretas que prevalezcan por sobre la mera oralidad.

Mucho más que un gusto porteño

Improcrash e Improvisa2 son dos de las compañías más importantes a nivel nacional, que suman decenas de años de trayectoria y continúan presentándose en teatros porteños y del interior, en temporadas o funciones especiales, con sus espectáculos de juegos teatrales o nuevas apuestas en relación al formato. En La Plata se destaca el Match de Improvisación, en Rosario gana terreno The Jumping Frijoles, en Mendoza la Liga Mendocina, en Córdoba la agrupación Córdoba Impro; por todo el territorio se cultiva talento y originalidad en historias que sólo sucederán una vez.

A Mosquito Sancineto lo preceden más de treinta años sobre las tablas y sin embargo todavía logra convocar con resto a un público ávido de entretenimiento. Los unipersonales de Marcelo Savignone suceden espaciadamente pero nunca dejan de deslumbrar por su originalidad y talento. Osqui Guzmán, Jorge Costa y Gonzalo Rodolico son otros de los nombres que trabajan de forma ininterrumpida para llenar los teatros de elocuencia y exportan su capacidad más allá de las fronteras del país.

Improcrash en acción en Ciudad Cultural Konex. (Foto: FB Improcrash)

En Improcrash compartimos el humor, el ritmo, el timing del chiste y la respuesta, y cómo tratar al público. Arriba del escenario hay cosas que las traés, te encontrás y tenés conexión; o pegás mala onda y es raro que armes un grupo. Nosotros fijamos objetivos y nos motivamos. Hacemos terapia de equipo y hablamos mucho, nos decimos todo, quizás estamos quince minutos discutiendo y peleándonos pero después bajamos”, cuenta Paula Farías respecto de la dinámica de trabajo junto a Luciano Barreda y Rodrigo Bello.

Mujeres que improvisan

Sobre ser mujer en un ámbito con una clara mayoría de varones, Farías cuenta: “Nunca sufrí discriminación directa, pero sí indirecta. Es un ambiente muy machirulo. En general en el mundo, cuando se juegan formatos de impro, son todos equipos de varones que están acostumbrados a comunicarse entre ellos, entonces arreglan los formatos y quién va a arbitrar… es horrible. Los chabones hacen de minas todo el tiempo, retrasa muchísimo, no puedo creer que siga existiendo. En Improcrash, cada vez que no puedo hacer una función, convocamos a una mujer”.

Por otro lado, explica el porqué de la disparidad y le da un contexto al fenómeno que se replica en los talleres de entrenamiento: “A las mujeres hacer impro se les torna bastante duro porque tienen que atravesar un mundo en donde el imaginario colectivo dice que no pueden hacer reír, que no se pueden descontracturar, que no se pueden ir al carajo. En general, a la mujer le cuesta atreverse al ridículo, hay muchas barreras que todavía tenemos que vencer. Es un camino que espero que sigamos haciendo”.

Pero están quienes se atrevieron a mover las estructuras. Mariana Palau, que nació en La Plata y hoy vive en Perú, fue pionera a la hora de tomar las riendas y lanzarse de lleno al riesgo: su unipersonal “Improviciada” sigue en carrera desde hace catorce años. Mariana “Cumbi” Bustinza, de Improvisa2, también hizo lo propio con “Cumbimpro”. Soledad Cardigni convoca de forma regular elencos femeninos para funciones de impro bajo el nombre “Minusas al vacío”. Las cinco integrantes del grupo Aish! se mueven por el under porteño con su bandera feminista como único bastión.

La oferta es extensa y alcanza con un par de clics para encontrar un espectáculo de improvisación que se ajuste a los intereses de cada espectador. Lo único seguro es que el público va a poder ser testigo de una técnica compleja pero efectiva, en donde no existen los guiones o los acuerdos previos. La espontaneidad al servicio del arte hace que ir a ver improvisación sea un gran plan, porque cada función es única e irrepetible.

Foto de portada: Improvisa2