Por Malena Hernández

La de coronavirus COVID-19 es la segunda pandemia que atraviesa el país en los últimos 11 años. En 2009, el brote de Gripe H1N1 que se originó en México obligó al cierre de escuelas y al cese de actividades educativas. No era la primera vez que la Argentina se enfrentaba a una enfermedad global: ya había atravesado otras y con un alto nivel de mortalidad.

El proceso de conformación del Estado Nacional fue complejo y estuvo atravesado por las guerras independentistas y por la demarcación de límites, pero también se vio afectado por diversas epidemias que arrasaron con gran parte de la población de aquel momento. Según los registros oficiales, entre 1856 y 1886 hubo una oleada de enfermedades altamente mortíferas en el territorio de las Provincias Unidas. La viruela y el tifus fueron las primeras epidemias que ocasionaron un diezmo poblacional en la zona bonaerense, potenciadas por el tráfico de esclavos que trajo consigo además la peste bubónica y el cólera en el siglo XVIII. Años más tarde se sumaron la conocida gripe española y la poliomielitis.

La ciudad más azotada fue Buenos Aires, que desde su fundación definitiva, en 1580, sufrió epidemias, que los pobladores llamaban “pestes”. La Fiebre Amarilla marcó un antes y un después, entre 1870 y 1871. Se transmitía por medio del mosquito Aedes Aegypti (el mismo que transmite el dengue, el zika y el chikungunya), pero se tardó mucho tiempo en determinar el modo de contagio.

Los conventillos donde vivían centenares de inmigrantes europeos hacinados y la falta de agua potable en la ciudad configuraban el escenario ideal para la transmisión. Hubo días en los que murieron más de 500 personas y el cementerio del sur (ubicado en el actual barrio de Parque Patricios) no daba abasto. Como consecuencia de esto se reestructuró el diseño urbanístico con la creación del nuevo cementerio del oeste (Chacarita) y, a partir de la segunda mitad de 1871, se iniciaron masivamente obras de saneamiento en toda la ciudad. Se calcula que en total murieron unas 14.000 personas.

La epidemia de gripe española también tuvo su paso por nuestro país: se inició aproximadamente en octubre de 1918 y su puerta de ingreso fue el puerto de Buenos Aires. El impacto sobre la población fue dispar y se desarrolló en dos oleadas: la primera, más leve, fue hacia fines de 1918 y las provincias más afectadas fueron las de la región central y el litoral. La segunda se produjo en el invierno de 1919 y afectó a todo el territorio nacional, con un impacto muy fuerte en términos de mortalidad en las provincias del norte para diseminarse después, aunque con mucha menor fuerza, por el centro del país.

Más cerca en el tiempo, en 1956, se produjo la mayor epidemia de poliomielitis o polio en la Argentina, una enfermedad que causaba la muerte o dejaba una severa discapacidad y que afectó a 6.496 personas. Gracias al descubrimiento de la vacuna, que rápidamente fue incluida en el calendario obligatorio, hoy la polio va camino a ser la segunda enfermedad erradicada en el mundo luego de la viruela.