Por E. Malm Green, C. Risoleo, O. González Dama, M. Schefer

El Hospital Militar Central Cirujano Mayor Dr. Cosme Argerich de Buenos Aires fue seleccionado por la empresa farmacéutica estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech SE para ser uno de los centros mundiales de testeos en voluntarios de la vacuna contra el SARS-COV-2 que actualmente producen en conjunto y se encuentra en fase clínica tres avanzada.  

El 10 de agosto se inició la primera tanda de vacunación. Hubo más de 25 mil voluntarios anotados para el testeo de 4.500 personas, quienes tienen un seguro médico exclusivo y pueden abandonar el estudio cuando quieran.

El Hospital Militar, único centro médico de todo el país donde se concentra la vacunación, fue elegido por su amplia experiencia en investigación científica y clínica y por la infraestructura edilicia, ya que es un hospital de agudos y, a su vez, tiene áreas independientes entre sí: una para Covid y otra para el estudio de la vacuna.

El director del Hospital Militar Argerich, Sergio Maldonado, junto al investigador principal del estudio en la Argentina, Fernando Polack.

En el proceso de vacunación trabajan cerca de 500 personas (70 del hospital): médicos, extraccionistas, enfermeros, administrativos y logística, que fueron capacitados especialmente para esta prueba. Por otro lado, los profesionales locales que integran el grupo de investigadores -encabezado por el investigador principal del estudio en la Argentina, Fernando Polack- fueron seleccionados por su conocimiento en el área de enfermedades respiratorias virales.

Siete voluntarios, que ya recibieron su primera dosis o la recibirán pronto, hablaron con Publicable para contar su experiencia, miedos, sensaciones y aquello que los motivó a postularse para poner el cuerpo al proyecto.

Barbara Denise (24 años), estudiante de Psicología, quien recibió la vacuna el domingo 23 de agosto: “No tengo ninguna enfermedad previa, ¿por qué no hacerlo? También es por una cuestión ideológica. Soy vegana y estoy en contra de que testeen en animales, entonces, qué mejor forma de demostrarlo que testeen en mí. Me genera mucha expectativa, estoy muy emocionada, aunque con esta noticia que salió de la prueba de la vacuna de Oxford en el país, me pregunto si cuando salga también me la podré aplicar. Antes de que saliera esta novedad, mis miedos eran levantar mucha fiebre o tener una nueva enfermedad, pese a que -cuando me llamaron- me dijeron que no. En ese sentido, hacen mucho seguimiento con los voluntarios y eso me hace sentir acompañada”.

Ezequiel Boetti (33 años), periodista de Página / 12 y docente, recibió la vacuna el viernes 14 de agosto: “No siento que sea un conejillo de indias porque las empresas detrás del proyecto son instituciones serias. La vacuna ya está aprobada y se sabe que es segura, no hay grandes contraindicaciones, aunque sí puede dar algo de fiebre o dolor de cabeza luego de la primera dosis, que es común. Los organizadores de la prueba no dan la identidad de ninguno de los voluntarios, obviamente aquellos que lo quieran hacer público podrán hacerlo. Y a raíz de que hay varios que vieron o escucharon alguna nota y se contactaron conmigo, hicimos un pequeño grupo de WhatsApp y todos coincidimos en que nos sentimos seguros, que el riesgo es mínimo y que vamos a estar bien cuidados. Es una experiencia que muy pocos van a vivir y tener alguien que está en la misma que uno siempre es reconfortante”.

Antonella Demarco, estudiante de Producción de Seguros, recibió la vacuna el miércoles 19 de agosto: Quiero aportar mi granito de arena para que esta pandemia llegue a su fin. Antes y después del 19 vida normal, dentro de esta situación que vivimos. No tuve preparación previa ni cuidados posteriores. Sólo, para los días siguientes, tenemos una aplicación de control. Supuestamente dura dos años y hay que ir seis veces. Y sí, en algún momento me surgieron temores, fue más que nada por buscar en internet, que si bien para un montón de cosas es buenísimo, es un poco alarmante a veces. Entonces, decidí comunicarme con mi coordinadora y ella despejó todos mis temores”.

Planta de Manufactura del Laboratorio Pfizer en Villa Soldati, CABA.

Guillermo Damián Villalba (42 años), desempleado, recibió la vacuna el jueves 20 de agosto: Quiero volver a la normalidad por mi familia y por todas las personas que la están pasando mal. No tengo nada de miedo, ya está en fase 3 y es segura. El día que fui, antes de la vacunación aleatoria, me sacaron sangre e hisoparon. Y la segunda dosis me dijeron que puede ser a los dos meses o a los 21 días, ellos nos van a decir”.

Myriam Silvia Gibert (54 años), abogada, recibirá la vacuna el lunes 31 de agosto: “A mi mamá de 81 no le gustó mucho la idea, pero con el correr de los días se convenció de que mi participación no era para estar en contacto con el virus. Estoy feliz de que me hayan elegido, un poco ansiosa y sin ningún temor, esperando el día con la certeza que esta tercera y última fase será exitosa contra la pandemia. Todo el proceso durará aproximadamente cuatro horas y creo que mi primera pregunta obligatoria al profesional va a ser: ‘¿Acaso me van a inyectar el temible SARS-COV-2?’. Supongo que me contestará negativamente”.

Juan Delmar (48 años), abogado, recibió la vacuna el sábado 15 de agosto: “Me anoté pensando que posiblemente no me iban a llamar, pero ocurrió. Aunque vivo a unas cuadras del hospital, tenía que ir sí o sí con su servicio. Pensé que iba a ser algo corto y estuve cinco horas y media. No sé sí me vacuné o sí recibí placebo y así está todo el mundo, nadie tiene ningún tipo de certeza de qué le tocó. Cuatro días después tuve un poco de fiebre, mucho resfrío, pero no sé si fue producto de la vacuna, un resfrío o coronavirus asintomático. Igual lo reporté, me llamaron y ahí quedó”.

María Laura Rebagliatti (50 años), docente, recibió la vacuna el sábado 22 de agosto: “Lo primero que hice fue contactarme con Pfizer para solicitar orientación. Todavía no había comenzado la inscripción, me agradecieron por el interés y me dijeron que estuviese atenta a los medios para enterarme de la fecha de inscripciones. Cuando por fin llegó el momento tan esperado, no me dolió para nada. Tuvo muy buena mano la enfermera. La atención fue excelente, cordial y muy cuidada. Resultó todo muy rápido. No estuve más de dos horas en el hospital. Y muy ágil, salías de un sector y ya se te acercaba alguien a buscarte para llevarte a otro. Hoy sólo me duele muy poco si me toco el lugar de la aplicación, si no, ni me acuerdo”.