Víctor Hugo Morales: “Las palabras pueblo y Maradona se llevan muy bien“
En este nuevo cumpleaños de la democracia, resulta necesario mirar hacia atrás y recordar a aquellos personajes que llenaron de luz al pueblo. Diego Armando Maradona (1960-2020) fue uno de ellos. El hijo de don Diego y doña Tota, el que nunca olvidó sus comienzos en la villa y el potrero.
Nadie mejor que el periodista y relator Víctor Hugo Morales, que supo ser poético en cada relato de los partidos de Diego, para realizar un viaje a través de esta prosa. Quien deseó que Miguel Ángel estuviera vivo, durante un amistoso entre la Argentina e Italia en 1981, para que pudiera pintar al 10 en la Capilla Sixtina. Quien lo definió como un artista, a la altura de Mozart, Picasso, Gardel o Troilo.
―Podría decirse que Maradona es defensor del pueblo en más de un sentido. ¿Qué significa su figura para la democracia?
―Un factor de unión. Él construyó el segundo más perfecto de la historia de la Argentina, el más unánime, con el segundo gol a los ingleses. En ese momento, cuando todavía la democracia estaba gozando de la buena salud que le imprimía un hombre, para mí admirable como Raúl Alfonsín, era tiempo del Juicio a las Juntas, de la lucha por la ley de divorcio. Aunque las cuestiones económicas ya tenían la dificultad de deuda arrastrada desde la dictadura, era un buen momento en 1986 de la democracia y Diego construyó el instante perfecto en el que unos y otros sintieron que tocaban el cielo con las manos. Siempre sirvió de mística alrededor de los seleccionados argentinos, de impulso para la valorización de lo argentino. Aquello argentino referido a lo que llamamos “pueblo”, es una palabra preciosa, tan linda como “Maradona”. “Pueblo” y “Maradona” se llevan muy bien.
―Desde tus primeros trabajos en Buenos Aires, con el primer TA TA TA que fue tapa de Diario Popular y llegando al relato de relatos en 1986 con el barrilete cósmico. ¿Consideraba a Diego una inspiración?
―Los artistas grandes son inspiradores. Los rebeldes son emocionantes. Rebelde para luchar por lo que llamamos pueblo. Para estar siempre del lado de los más humildes, para nunca olvidar su origen. En consecuencia, inspiración a quienes teníamos que hablar de él y rebeldía a quienes queríamos acompañarlo, fueron dos valores de muchos que pueden rescatar la palabra que elijas. Estoy seguro de que no podría probar que es maradoniana, que es una palabra que puede perfectamente aludir a lo que sentimos por Diego.
―Ser el “abanderado de los humildes” también le trajo consecuencias. Fue una persona que generó amores y odios por todos lados…
―Diego vivió el problema de ser Maradona. Creo que lo llevó bastante bien y al final le ganó a todo, pero debió luchar a brazo partido con lo negativo que significa ser un ídolo adorado, un Dios. Maradona siempre fue una lucha para el Diego, para el Diego del pueblo, porque la vida era muy difícil. Tuvo que afrontar muchas vicisitudes, injusticias, algunas auspiciadas por él mismo en los errores que todos los seres humanos cometemos. Así que Diego es una construcción de sí mismo muy trabajosa, una construcción del periodismo muy afecto a la gloria y al abismo, según las circunstancias. El pueblo tuvo que construirlo en la adoración porque además tuvo que lidiar con lo que llamamos “establishment”, que por un lado tomaba lo bueno y por otro lado combatía su rebeldía.
―En varias entrevistas comentó que, en el Mundial de Brasil, cuando trabajaron juntos en un programa especial, cada vez que él lo abrazaba, le agradecía al oído por “transmitirle paz”. ¿Se sentía solo?
―Depende de cómo definimos “soledad”. Él tuvo mucha gente cercana que lo quiso entrañablemente. Creo que se refería a una cosa periodística. Todas las veces que afrontaba una cámara de televisión se convertía en un desafío, porque los entrevistadores querían hacer la nota de su vida, lucirse. Siempre estaban buscando cuál era la pregunta que permitiera revolver el cuchillo en la vida de Maradona. Él entendía que mi intención era distinta. Yo buscaba el amor hacia Diego y hasta él lo advertía, porque era una persona extraordinariamente inteligente, fuera de lo común, que cuando se metía en un berenjenal de esos de los que salía con un gran lío al otro día, yo en vez de incentivar eso, procuraba sujetarlo. Se daba cuenta de que yo siempre lo quería ayudar. Entonces, se sentía en buenas manos, no por mí, sino por mi actitud. No me valoro como periodista al decir esto, sino humanamente.
―Resulta interesante esto que señala, el periodismo como desestabilizador del entrevistado en pos de desnudar sus oscuridades...
―Él sentía que, en esa mesa, estaba amparado por el amor mío. Y cuando terminábamos, al darnos un abrazo, me decía “usted me da paz”. A veces, esos personajes necesitan paz, sentirse simples, personas comunes. Ante el periodista que lo acechaba, lo buscaba, lo empujaba, le quería sacar réditos, pasar a la historia con una nota, tenía un mecanismo de defensa. Conmigo creo que se sentía libre. Siempre era el mejor Maradona posible cuando estaba entre su gente: el señor que manejaba la cámara, el que tiraba el cable, porque él sabía que esa gente lo quería. El único rival que pudo tener era el periodista tomando nota de que está frente a Maradona y que hay que sacarle algo que a él le permita una forma de lucimiento.
―Y finalmente, llegó el día que ningún argentino quería, y hubo que aprender a vivir sin Diego. ¿Recuerda qué hacía cuando se enteró?
―Me había ido a siestear al mediodía. Siempre lo hago con el televisor sin volumen y vi zócalos y ambulancias que llegaban a su casa y pensé inmediatamente lo peor, pero atento a las novedades. Se ve que en algún momento me quedé un poquito dormido y entró mi hija, la más chica, con una pesadumbre. Se paró al lado de la cama, recostada a la pared como para sostenerse y me dijo: “Papá, murió Diego”. Y ahí sentí un sacudón, un golpe eléctrico, eso que sentimos cuando nos imaginamos que uno mismo u otra persona se cae en el cemento y se raspa la rodilla. Empecé a sentir lo que me provocaba ese momento, ese rocío en la mirada. Esa pena enorme también, con lo complejo que había sido el último tiempo de Diego. Yo no estuve en contacto con él los últimos meses, salvo por Whatsapp. Conservo esos mensajes como tesoros.
―Sus últimos años fueron duros.
―Estaba perturbado por la forma de vida que tenía que sobrellevar. Me daba mucha pena y pensé, en algún momento, entre mil cosas controversiales en mí mismo, si no era mejor entrar en el mito. Diego estaba en un callejón sin salida para su salud. Cuando supe de su muerte, tuve la sensación de que su vida dañaba. Pero, inmediatamente, lo que predominó fueron los recuerdos tan variados que tengo, los momentos compartidos, el amor que ese hombre me generó, el buen tipo, el tipo sonriente, Diego a buenas con la vida, un pan de Dios. A veces daba lástima porque todo el mundo lo estaba tironeando y sonsacando cosas. Y él daba y se daba mientras hubiera amor a su alrededor. Y fue tan generoso, tan poco divo.
―¿Cuáles fueron esos recuerdos que vinieron a su mente?
―Los días que vivimos juntos en Brasil y en Rusia, y la gente con la que compartimos. Serían unas veinte personas en Rusia, y en Brasil más de cuarenta. Los trabajadores de la Televisión Pública y Telesur lo adoraron la noche final. Antes de terminar el mundial, nos fuimos a un playón a sacar una foto y nunca vi tanto afecto y tanta gratitud. Cada uno de ellos habrá sentido lo que yo sentí cuando empecé a tomar contacto con Diego. ¿Qué hay acá? ¿Con qué nos vamos a encontrar? ¿Un vivo, un tipo insoportable? Nunca, jamás ocurrió.
―Durante su velorio en la Casa Rosada, estuvo unos minutos largos observando la gente entrar, rezarle, gritarle, saludarlo, llorarlo. ¿Qué sabor le dejó esa experiencia?
―Yo estaba ahí como un hombre que, igual que los edificios, se había implosionado. Estaba derrumbado adentro. Una tristeza insondable. Y esa mezcla de sensaciones de lo que significaba el adiós de Diego para los argentinos, para el futuro de su propio nombre, que por suerte le ha ganado a todo el territorio en todos los tiempos. Vos fijate, estamos hablando de Diego y empiezan a prenderse las luces. Algo se ilumina. *
*Esta entrevista se hizo en los estudios de televisión de Extra y Telesur Internacional, cuyos productores, cuando dieron cuenta de que estábamos allí, espontáneamente encendieron las luces auxiliares del estudio.
Producción y texto: Camila Mitre y Joan Ignacio Lesta Rodríguez
Ese año también…
TODO EL AÑO
El derrumbe de la escena cultural a raíz de la pandemia de covid-19, que trae consigo una serie de desafíos que sacuden los cimientos de la industria del entretenimiento y el arte. La cancelación masiva de eventos en vivo comienza en marzo, desde conciertos y festivales hasta obras de teatro y exhibiciones, y tiene un impacto devastador en artistas, músicos, actores y trabajadores de la industria, que sufren pérdidas económicas significativas.
11 DE MARZO
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declara oficialmente que la de covid-19 es una pandemia. El director general recuerda que este es un problema global y que todos los países tendrán que poner mucho de su parte para combatir el virus.
19 DE MARZO
El presidente Alberto Fernández anuncia, mediante cadena nacional, el aislamiento social preventivo y obligatorio que comienza en la medianoche del jueves 19 de marzo y se extiende, en principio, hasta a noche del 31 de marzo, con el fin de combatir y evitar la propagación del virus en territorio argentino.
30 DE SEPTIEMBRE
El mundo del arte y la cultura lamenta profundamente la muerte de Joaquín Salvador Lavado, conocido en todo el mundo como Quino, el creador de Mafalda. Su talento para abordar temas sociales y políticos con humor perspicaz deja una huella imborrable en varias generaciones.
14 DE NOVIEMBRE
Los Pumas le ganan a los All Blacks por primera vez en la historia por 25-15, en un inolvidable encuentro en Sídney (Australia) en el debut de la albiceleste en el Tri Nations. Nicolás Sánchez realiza todos los puntos (25), superando a Hugo Porta (21) como el hombre argentino que más puntos le realizó a Nueva Zelanda en un mismo partido.
25 DE NOVIEMBRE
Diego Armando Maradona muere el 25 de noviembre de 2020 como consecuencia de una insuficiencia cardíaca aguda en el barrio San Andrés del partido bonaerense de Tigre. El velatorio se realiza en el Congreso, donde a lo largo de dos días aproximadamente 200 mil personas se acercan a despedirlo.
30 DE DICIEMBRE
Con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención, el Senado aprueba la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo de forma libre y gratuita en el sistema de salud, hasta la semana 14.
Por 1° A TN